domingo, 31 de agosto de 2014

Grandes Mangas XIII: Bakuman (2008)

Empecé a leer manga porque quería un nuevo entretenimiento, una manera de desconectar de otras aficiones demasiado trilladas de las que conocía todos sus entresijos y difícilmente podían aportarme nada innovador. No me resultó muy difícil cogerle el gusto a los personajes carismáticos, las peleas con poderes alucinantes y los argumentos con moralejas poco rebuscadas.
Los libros me permitían satisfacer al adulto y al reflexivo, el manga logró que el niño siguiese siendo igual de feliz.

Pero no todos los mangas juveniles masculinos (pues así está clasificado el género que leo , pese a ser para todos los gustos)  son iguales, no todos pretenden transmitir con los mismos tipos de personajes o giros argumentales de manual, algunos son "mangas atípicos" que se alejan de todo esto y que, aparte del reconocido Death Note, nunca me habían interesado.

Bakuman, de los mismos autores que el manga recién mencionado, me ha roto todos los esquemas y me ha causado una reacción que aún me mantiene impresionado: Ha eliminado las barreras entre el niño y el adulto.

Los sueños, la determinación, el amor y el esfuerzo. Cuatro constantes y prioridades en la vida de todo el mundo y que, tal y como Bakuman nos muestra, están profundamente relacionadas y deben apoyarse unas a otras para alcanzar la auténtica felicidad.
El protagonistas de esta historia es Mashiro, un estudiante de secundaria que oculta dos grandes sueños: convertirse en mangaka (autor de manga) y salir con la chica de la que está enamorado, Azuki. Pasa los días convenciéndose de que ambos sueños son inalcanzables hasta que un compañero de clase, Tagaki, los descubre e intenta motivarle para que luche por ellos.

Todas las dudas de Mahsiro se despejan cuando Azuki le confiesa que quiere ser actriz de doblaje y que se casarán cuando interprete a un personaje perteneciente a un manga que ellos hayan creado. Así nace el dúo de los Ashirogi Muto (la primera palabra proviene de mezclar los nombres de los protagonistas, la segunda significa "sueño y realidad") formado por el guionista Tagaki y el dibujante Mashiro en busca del manga insignia de la Shonen Jump (revista real en la que se publican los mangas de mayor éxito).
En un mundillo difícil y muy sufrido, ambos jóvenes tendrán que darlo todo por alcanzar sus sueños.


Obviamente, los Ashirogi Muto no son los únicos autores noveles que desean hacerse un hueco entre los mejores. El genio excéntrico Eiji Niizuma, el impulsivo Fukuda o la romántica Aoki son algunos de los talentosos rivales con los que Mashiro y Tagaki tendrán que competir durante su larga trayectoria como mangakas.
Es aquí donde se crean las relaciones entre los protagonistas y otros personajes con una relevancia algo menor, evitando así caer en la repetición y el aburrimiento que podría provocar centrarse mucho en los personajes principales.
En realidad, estos "secundarios" son un reflejo de los Ashirogi Muto, con sus propios sueños y razones para ser mangakas aunque ello les lleve al límite de su determinación.

La forma de mostrar lo dura que es la vida de quienes anhelan dedicarse a este tipo de cosas es bastante realista y fiel (no en vano los autores de Bakuman pasaron por ello),  Los personajes deben soportar la desconfianza inicial de sus seres queridos (su futuro no está asegurado y eso genera preocupaciones), la insistencia de sus jefes por hacer los capítulos a tiempo y con la calidad necesaria (aunque los editores son mostrados como personajes muy amistosos) y el propio afán de superación.
Ver a Tagaki sufrir de su propio perfeccionismo a la hora de escribir guiones o a Mashiro queriendo adquirir lo antes posible la calidad de dibujo de los expertos hace que nos metamos a fondo en la trama y tengamos rápidamente cariño a los protagonistas.


Bakuman tiene una clara moraleja, al igual que todos los mangas que pertenecen al género juvenil, pero está dada de una forma mucho más profunda que en la mayoría de obras. Luchar por los sueños, la importancia del esfuerzo, la amistad...son cosas que normalmente son explicadas de forma muy directa y sin mucha explicación, pero los Ashirogi Muto son capaces de inculcar todos estos valores sin decir nada.

Hay muy pocos mangas que puedan provocar en el lector semejante nivel de reflexión sin perder ni un ápice en su capacidad para entretener. Bakuman es sin duda un manga cuyo componente atípico y una narración digna de una novela le permite superar con creces en calidad general a muchos de los títulos de mayor éxito.
No tiene batallas apasionantes ni personajes sobrehumanos, lo único que tiene es a un grupo de personas que han decidido dedicarse en cuerpo y alma a cumplir sus sueños.

 


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