viernes, 19 de agosto de 2016

Top 5 Souls: Bosses de Dark Souls III


Pensar en la Saga Souls nos inspira muchas cosas, como la dificultad, el diseño de escenarios y el sistema de combate, pero probablemente lo que primero nos venga a la mente sean sus Jefes Finales. El aspecto, historia y epicidad que estos poderosos enemigos destilan desde el primer momento es una de las señas de identidad de los Dark Souls (incluyo a Bloodborne en este grupo) y todos los jugadores tenemos muchos recuerdos y anécdotas de cada uno de estos enfrentamientos. Nadie se olvida de Orstein y Smough, Artorias, Vendrick, Dama Astraea o Gehrman, por mencionar solo unos pocos y más famosos de entre un enorme y excepcional listado.
Con la llegada de Dark Souls III, no podíamos sino esperar que la tradición siguiera vigente y se nos presentaran Bosses de calidad.
Y así ha sido, convirtiéndose en la mejor entrega en este aspecto, en mi opinión. Habrá algún Jefe mejor o peor que otro a la hora de comparar todos los juegos entre sí, pero DSIII logra tener una calidad enorme en todo su conjunto gracias a un elenco de enemigos importantes que pueden estar sin problema a la altura de sus "compañeros". A la hora de decantarme por cinco de ellos y escribir este Top lo he tenido realmente difícil y me he visto obligado a pensarme muy bien cuáles han marcado una diferencia significativa sobre el resto.

Atención: En este Top se dan numerosos spoilers sobre Dark Souls III, ya sea sobre los Bosses o sobre la trama, ya que ambas cosas están estrechamente ligadas.

5- Lorian y Lothric, Príncipes Gemelos


El enemigo final del Gran Archivo es, ni más ni menos, la pareja de príncipes hermanos que renegó de su papel como Señores de la Ceniza y se retiró a una torre para contemplar como su reino moría. Dos gemelos, herederos de una sangre maldita, que solo se tienen el uno al otro y lucharán hasta el final por evitar el destino que nuestra llegada implica para ellos. Lothric, el Joven Príncipe, deforme, siniestro y físicamente débil, siempre protegido por su hermano Lorian, el Príncipe Anciano, un reputado guerrero que sucumbió a la maldición familiar perdiendo la movilidad de sus piernas y la capacidad de hablar. Son, en mi opinión, dos de los Bosses más complicados del juego teniendo en cuenta el momento del enfrentamiento, ya que llegamos con cierto aire de superioridad que se nos quita enseguida.
Ambos representan a la perfección la decadencia y corrupción que los Souls suelen implicar, ya que el más joven se pasa toda la batalla hablando de su horrenda maldición (algo muy interesante para cualquier amante del lore, aunque también una distracción peligrosa) y el más mayor es la imagen perfecta de un caballero caído en desgracia desde la alta luz hasta la más profunda oscuridad. Uno de esos Bosses que sabes que tienes que matar, pero que en cierto modo incluso te duele hacerlo y disfrutas con su historia. Y, aunque es algo aplicable a todos los que ocupan este Top, la banda sonora de la batalla es perfecta.

Al principio nos enfrentamos únicamente a Lorian, teniendo que esquivar sus poderosos espadazos y unos movimientos inesperadamente rápidos para un inválido, pero en cuanto le hagamos suficiente daño su hermano procederá a encaramarse a su espalda para apoyarlo con artes mágicas muy peligrosas. La imagen que dan es muy curiosa, ya que es la típica escena del hermano pequeño subido a espaldas del mayor con el retorcido toque de Dark Souls.
A partir de ese momento tendremos que lidiar con una abrumadora combinación de espada y magia, sumando la capacidad de Lothric para resucitar a su hermano cada vez que cae derrotado. La única forma de ganar no es muy limpia (tampoco es que ellos sean muy honorables), teniendo que machacar al más pequeño de los hermanos cuando se arrodilla junto al cuerpo del mayor o, si tenemos el arma adecuada, golpear sus piernas mientras cuelga de la espalda de Lorian. Aunque podemos pedir ayuda a dos importantes personajes del juego (Sirris y Orbeck), sin duda es una de las batallas en que más se aprovecha lo emocionante que resulta estar solo ante el peligro.




4- Vigilantes del Abismo


Soy un fan absoluto del Caballero Artorias, el gran héroe que impidió la expansión del Abismo durante el primer Dark Souls (algo que en realidad hicimos nosotros, pero la historia mantuvo la leyenda de aquel gran guerrero), pero no me imaginaba que nos presentarían a todo un Boss inspirado en aquella leyenda. Los Vigilantes del Abismo, también conocidos como La Legión de los No Muertos de Farron, son un grupo de guerreros que adoran a la Sangre del Lobo (Artorias) y se dedican a defender al mundo de una profunda oscuridad que amenaza con corromperlo todo desde el primer Dark Souls. Por desgracia, los propios Vigilantes se encuentran indefensos ante esta corrupción, ya que la escena anterior a la batalla nos muestra como se matan entre ellos y, durante la pelea, uno revivirá continuamente para golpear al enemigo principal al que debemos derrotar.
En cuanto este Boss caiga, absorberá el poder del resto y dará comienzo una fase muy complicada en la que se dedicará a pegar saltos y piruetas con un espadón imbuido en llamas. Una forma de moverse que posiblemente nos traiga viejos recuerdos.

Todo este Jefe es una especie de homenaje en sí mismo, no solo porque su historia implica seguir con el trabajo de Artorias (incluido el Pacto al que puedes unirte cerca de la zona en que debes derrotarlo) y porque su forma de luchar recuerde un poco a ese personaje, también homenajea claramente a ese "Souls" que salió como exclusivo de Ps4, Bloodborne.
Para empezar, la ropa de los Vigilantes del Abismo es muy similar a algunos atuendos de cazador que podíamos vestir en el juego ya mencionado, lo cual salta a la vista nada más verlos. Y, por si fuera poco, la forma en que el Vigilante principal pasa a la segunda fase es absorbiendo la sangre de sus compañeros (la sangre es un componente primordial en Bloodborne) y al morir activamos una especie de cáliz que nos abre el camino a las catacumbas, al igual que los cálices de BB nos permitían acceder a mazmorras.




3- Aldrich, el Devoradioses


Uno de los Jefes que más problemas me ha dado, superado únicamente por el segundo puesto de este Top. Lo bueno de Aldrich no es solo su papel como enemigo, sino todo lo que implica llegar hasta él, pues es el Boss de Anor Londo, el inolvidable castillo de la primera entrega de la saga que vuelve a deleitarnos con su imponente belleza en Dark Souls III. El Devoradioses nos espera en la sala que protagonizó las pesadillas de muchos cuando tuvimos que enfrentarnos a Orstein y Smough por primera vez y, si bien Aldrich tiene unas mecánicas totalmente diferentes, también es un hueso duro de roer.
Otra cosa que nos llamará la atención y traerá recuerdos es la apariencia de este ser, ya que de cintura para arriba es idéntico a Gwyndolin, el Jefe opcional de Dark Souls. La explicación a este fenómeno se realiza sola viendo el sobrenombre de Aldrich, ya que se lo ganó devorando al último hijo de Gwyn y adquiriendo no solo su aspecto, sino también ciertos poderes realmente insufribles para el jugador que intente derrotarlo.
Un detalle no tan fácil de percibir es que cuando nos golpea con el filo aumentado de su bastón podemos ver semejanzas entre su arma y la que portaba Nito, otro Boss de Dark Souls.

Sus ataques son magia pura de todo tipo, destacando el teletransporte y la lluvia de flechas mágicas que, de atraparnos en mitad de una andanada, seguramente nos mate en pocos segundos. A esto hay que sumarle que cada vez que pierde vida suficiente se rodea de unas llamaradas muy peligrosas para los atacantes cuerpo a cuerpo. En resumen, no podemos dejar de movernos, rodar, esquivar y estar muy atentos para golpear en el momento preciso, Aldrich nos pone a prueba.
Al parecer, el origen de este personaje viene de su deseo por luchar contra la oscuridad, devorando a cualquier ser que se cruzara en su camino para adquirir la fuerza suficiente, aunque es obvio que acabó desviándose de su camino, como todos en la saga Souls.




2- Rey Sin Nombre


La pesadilla (opcional) de muchos jugadores, entre los que me incluyo sin dudarlo, es el Rey Sin Nombre, Jefazo con mayúsculas del Pico del Archidragón y reto definitivo para todo jugador dedicado de Dark Souls III. La identidad de este poderoso guerrero sigue siendo un misterio a día de hoy pese a las múltiples teorías que circulan por internet. Sen, el primogénito de Gwyn, Faraam.....lo único que está claro es que hemos oído hablar de él en algún lado y que forma parte de la historia general de la saga, pero no hay nada que pueda confirmar si es alguno de esos tres personajes u otro sobre el que aún no se ha teorizado suficiente. Lo más probable es que sea el primogénito de Gwyn, ya que hay suficientes pistas para llegar a esa conclusión, pero esto no sirve de mucho ya que no sabemos la verdadera identidad de esa supuesta divinidad, pudiendo ser, en realidad, cualquier personaje incluyendo los ya mencionados.
Espero que alguna de las dos expansiones previstas para Dark Souls III acabe al fin con el misterio.

En lo que a la batalla se refiere, el Rey Sin Nombre es un auténtico titán. Aparecerá a lomos de su dragón, el peligroso Rey de la Tormenta, y debemos matar a la montura antes de que el jinete se digne a ponerse a nuestra altura (por decirlo de alguna manera, ya que el tío es enorme). La cámara es un suplicio durante esta primera fase, ya que el dragón no dejará de volar a nuestro alrededor mientras intenta abrasarnos con su aliento, pero lo que viene después es mucho peor.
El Rey Sin Nombre en un cara a cara implica una descarada lluvia de golpes y rayos a una velocidad enfermiza, haciendo obligatoria la habilidad de esquivar en el momento justo y saber exactamente en qué momento golpear. Es importante saber que este pedazo de Jefe puede recibir ataques críticos si provocamos que se desequilibre, lo cual puede reducir enormemente la dificultad (seguirá siendo muy complicado, eso sí).




1- Alma de Cenizas



Si el todopoderoso Rey Sin Nombre no se ha llevado el primer puesto del Top es porque el Jefe Final de la historia de Dark Souls III es para mí uno de los mejores de toda la franquicia, posiblemente el mejor. Una mezcla de todos los Señores de la Ceniza portando las almas de aquellos que intentaron enlazar la llama en el pasado, incluyendo tanto a Gwyn, último Jefe de Dark Souls como, posiblemente, a los protagonistas de las dos entregas anteriores a esta. Por esa razón utiliza movimientos y hechizos muy conocidos de la saga y, al perder la mitad de vida, adquiere un estilo de combate muy similar al del Boss mencionado junto con una versión de su tema musical (imposible contener la emoción si eres un veterano de la saga). El principal atractivo de las peleas en un Souls, mezclar dificultad con epicidad, alcanza su máximo exponente en este impresionante duelo.
Es altamente recomendable enfrentarnos al Alma de Cenizas en solitario, a no ser que queramos sacar cierto final alternativo cuyo requisito es recibir ayuda de uno de los personajes no jugables de la trama.

No faltan las referencias a Bloodborne, mucho más descaradas de las que podían verse en los Vigilantes del Abismo. El lugar de la batalla es una versión deteriorada del campo de flores donde nuestro cazador se enfrentaba a Gehrman en dos de los tres finales alternativos del exclusivo de Ps4 y el Alma de Cenizas cambia constantemente la forma de su arma en la primera fase del combate, al igual que los cazadores hacían con sus armas truco.
Es como si todo lo que ha hecho grande a la franquicia se juntara en un solo personaje, ya sean los Bosses, la historia, los escenarios, la ambientación y hasta la banda sonora. El Alma de Cenizas es el final perfecto, el broche de oro a una enorme y desafiante aventura que ha sabido atrapar a jugadores nuevos y veteranos por igual. Dark Souls III puede definirse con este personaje.


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