Empecé a leer manga porque quería un nuevo entretenimiento, una manera de desconectar de otras aficiones demasiado trilladas de las que conocía todos sus entresijos y difícilmente podían aportarme nada innovador. No me resultó muy difícil cogerle el gusto a los personajes carismáticos, las peleas con poderes alucinantes y los argumentos con moralejas poco rebuscadas.
Los libros me permitían satisfacer al adulto y al reflexivo, el manga logró que el niño siguiese siendo igual de feliz.
Pero no todos los mangas juveniles masculinos (pues así está clasificado el género que leo , pese a ser para todos los gustos) son iguales, no todos pretenden transmitir con los mismos tipos de personajes o giros argumentales de manual, algunos son "mangas atípicos" que se alejan de todo esto y que, aparte del reconocido Death Note, nunca me habían interesado.
Los libros me permitían satisfacer al adulto y al reflexivo, el manga logró que el niño siguiese siendo igual de feliz.
Pero no todos los mangas juveniles masculinos (pues así está clasificado el género que leo , pese a ser para todos los gustos) son iguales, no todos pretenden transmitir con los mismos tipos de personajes o giros argumentales de manual, algunos son "mangas atípicos" que se alejan de todo esto y que, aparte del reconocido Death Note, nunca me habían interesado.