martes, 19 de noviembre de 2013

Saga Bioshock I: Bienvenidos a Rapture (2007)


¿Sabéis esa reacción de niño pequeño e inmaduro, cuándo alguien dice que no ha visto tal película o no sabe quién es tal famoso y tú le contestas como si no te lo creyeras?
Pues Bioshock provoca esa reacción en mí ante gente que diga que le gustan los videojuegos pero que no ha jugado a esta saga.
El primer Bioshock supuso un punto y aparte en muchos aspectos de los videojuegos, revolucionando el mundillo con su estética, su difícilmente clasificable género y por ser, sin acudir a exageraciones, puro arte.
Tras una segunda parte que fue duramente criticada por ser igual de buena que la anterior (así, literal), el tercero y último Bioshock alcanzó tanto éxito como el primero, quizá más, ya que con el paso de los años los jugadores se han multiplicado.

Acabo de retomar esta saga, volviéndome a pasar el Bioshock 1, comenzando hoy mismo el 2, y dispuesto a adquirir el 3 (llamado Infinite) estas navidades, y no podía pasar sin dedicarle un pequeño comentario a cada una de las entregas.

Un paraíso submarino

Bioshock se ambienta en los primeros años de la década de los sesenta, cuando un hombre llamado Jack vuelve a casa en un avión de pasajeros que sufre un terrible accidente sobrevolando el Atlántico.
Siendo el único superviviente, Jack encuentra una torre en mitad del océano a la que acude a pedir ayuda y en la cual solo hay una especie de batisfera. Siendo su única opción, activa la bastisfera y comienza su viaje a la ciudad submarina.

Rapture es una gigantesca ciudad construida casi veinte años antes por el ilustre Andrew Ryan con la intención de escapar de las normas sociales, políticas y religiosas que por esa época empezaban a tomar cada vez más fuerza.
Sin embargo, tanta libertad acabó transformando Rapture de un paraíso a una auténtica casa del terror enorme debido a los experimentos de modificación genética y la adicción de sus habitantes a la sustancia que los hacía posibles, el ADAM, la cual provocaba una dependencia física y mental hasta la locura.
En mitad del caos provocado por los Splicers, antiguos habitantes de Rapture que han perdido la cordura hasta el punto de ser poco más que animales, la guerra entre los dos hombres más influyentes del lugar y unas extrañas niñas protegidas por colosos de hierro, ahí es donde nos encontramos.


Armándonos con todo lo que encontremos y viéndonos obligados a inocularnos los potentes plásmidos de modificación genética (que nos permiten generar fuego, hielo...) tendremos que abrirnos paso por Rapture y enfrentarnos cara a cara con su líder, Andrew Ryan, para lograr huir a la superficie.
Pero que nadie se deje engañar, la clave de Bioshock es que el argumento es mucho más complejo de lo que nos hacen creer en un principio.

Elegí lo imposible, elegí Rapture

Lo primero que llama la atención del juego es el diseño de escenarios, muy propio de juegos de terror (Bioshock incluye elementos del género, pero es un shooter especial) con zonas oscuras, cadáveres y fotos macabras que muestran la decadencia que ha sufrido la ciudad.
Los Splicers y sus subtipos son humanos con ciertas deformaciones faciales, que tienen lineas de diálogo del palo "si no fueses mi enemigo, me reiría" y que no paran de darnos sustos lanzándose sobre nosotros desde todas partes.
También tendremos otras molestias como cámaras de seguridad y torretas, que podemos destruir o piratear para nuestro beneficio, pero los verdaderos protagonistas del juego (después de Jack, claro) son las Little Sisters y sus protectores, los Big Daddys.

Al poco de empezar a jugar nos encontraremos con estas niñas sacadas de Pesadilla antes de Navidad que se dedican a recorrer Rapture extrayendo el ADAM de los cadáveres mientras sus golems de metal, los Big Daddys, las protegen.
Podremos cosechar a estas niñas para obtener muchos puntos a gastar en nuevos poderes o rescatarlas para devolverles la humanidad, recibiendo la mitad de puntos.
El final del juego dependerá de nuestras decisiones, teniendo uno malo, uno neutral y uno bueno.


Enemigos carismáticos, escenarios aterradores, variedad de armas y poderes y la opción de recopilar grabaciones para aprender la historia de Rapture.
Bioshock es una leyenda entre los videojuegos, una historia inolvidable y que ha permitido el nacimiento de su segunda parte y el Infinite, que es actualmente un Must Have para casi cualquiera.
Para terminar, la gran frase de Bioshock, una frase con mucho sentido tanto dentro del videojuego como fuera de él y una de mis citas preferidas.

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