martes, 13 de mayo de 2014

[Análisis] Dark Souls II (2014): Es hora de morir


Los jugadores "hardcore" están viéndose cada vez más desplazados por la industria del videojuego. Muy pocas desarrolladoras ofrecen una dificultad aceptable para alguien que lleva más de una semana manejando un mando de consola y las que lo hacen creen que un juego difícil se define por unos controles horribles, personajes lentos o zonas que puedes superar con solo entrenar un poco (o farmear, como suele decirse), para después recompensar al jugador con premios que, irónicamente, suelen reducir esa dificultad.
Debido a esto, el regreso de una de las sagas más queridas por los jugadores que gustan de los retos ha sido bastante sonado y en menos de dos meses ya existen varias páginas e innumerables videos sobre Dark Souls II.
De nuevo, la compañía desarrolladora de videojuegos From Software ha logrado mostrar al mundo que una buena dificultad no necesita más recompensa que la satisfacción de afrontarla.



En estos juegos (Dark Souls, Dark Souls II y su predecesor espiritual Demon´s Souls) la trama siempre se ha narrado de una forma muy peculiar para pertenecer al género del RPG. No existe ningún tipo de cinemática ni explicación más allá de una breve introducción al empezar a jugar, y si el jugador quiere ahondar más tiene que hablar con todas las personas no hostiles que encuentre en el juego (de forma unilateral, ya que nuestro personaje carece por completo de personalidad) y leer las detalladas descripciones de cada objeto que encontremos en nuestra aventura.
Esto ha provocado que muchos jugadores afirmen que "un Dark Souls no tiene historia", cuando es una saga con una de las historias más trabajadas e interesantes que pueden encontrarse en el mundo de los videojuegos y que seguramente habría perdido toda la magia si se narraba a la manera clásica.

En esta entrega encarnamos a una persona (puede ser hombre o mujer, incluso puede cambiarse durante la partida) que sufre una terrible maldición que le permite regresar de la muerte a cambio de ir perdiendo poco a poco la cordura. La búsqueda de respuestas y una posible cura nos obliga a atravesar un portal al reino de Drangleic, el lugar donde no pararemos de morir.
En el momento de nuestra llegada debemos crear a nuestro personaje (sexo, aspecto, clase) y a partir de ahí nos tocará explorar el nuevo mundo que se abre ante nosotros y descubrir (si queremos) la intrincada historia del reino y su relación con los sucesos del primer Dark Souls.


DSII es un videojuego que se caracteriza por una dificultad exigente, que obliga al jugador a fijarse siempre en su entorno, aprender la forma de combatir de cada enemigo y ser muy, muy paciente.
Nos enfrentaremos a enemigos de todo tipo, cada uno con un diseño y tamaño más espectacular que el anterior, pero tanto un gigantesco dragón como un simple esqueleto pueden acabar con nosotros con un par de golpes si no dominamos bien el arte de esquivar y bloquear y somos capaces de esperar el momento de menor peligro para lanzar, si hay suerte, un par de golpes.
Las diferentes zonas de Drangleic son incluso más puñeteras, llenas de trampas, saltos al vacío y cofres que nos devoran cuando vamos a abrirlos. Si ves un suculento tesoro al otro lado del camino ten por seguro que morirás antes de alcanzarlo.

La muerte en Dark Souls da aún más miedo que en cualquier otro juego, ya que supone perder todas las almas que tengamos (que representan los puntos para subir de nivel y comprar equipo) y nuestra vitalidad máxima se verá reducida hasta que encontremos el objeto que nos devuelve a la vida.
Alcanzar el final del juego habiendo sobrellevado todo esto hace sentir al jugador muy satisfecho de sí mismo.


Otro detalle muy importante es que no existe ninguna forma de pausar el juego, todas las acciones y la exploración de menús se realiza en tiempo real, siendo imposible tomarnos un descanso excepto si hemos limpiado toda la zona (incluso así, pueden asaltarnos otros jugadores gracias al sistema online).
Nuestros únicos momentos de respiro vienen dados por las hogueras, una especie de pequeños túmulos ardientes en los que podemos detenernos para cambiar objetos, hechizos o viajar a otras zonas ya exploradas y, como no, recuperar la vitalidad y eliminar cualquier estado perjudicial.
Aunque claro, cada vez que paremos en una de estas hogueras todos esos enemigos que tanto nos ha costado matar volverán a aparecer.

Hay entre dos y cuatro hogueras por zona, generalmente en caminos ocultos o justo después de derrotar a uno de los jefes del juego.
Estos jefes merecen una mención especial, son un total de 31 criaturas verdaderamente aterradoras que nos llevarán al límite de la frustración, ya sea por tener tanto poder como para matarnos de un golpe sin importar siquiera si nos cubrimos con el escudo o por ponernos en situaciones tan "cachondas" como luchar en un pozo de veneno o en la bodega de un barco que se está hundiendo. Lo único malo que puede decirse de estos jefes es que los del primer Dark Souls eran mucho más impresionantes y, sin duda alguna, bastante más complicados.


En lo que a nivel técnico se refiere, Dark Souls nunca ha sido la saga con el mejor motor gráfico del mundo, pero se puede apreciar en un primer vistazo el cariño que se le ha puesto al diseño tanto de escenarios como de personajes. Lugares tan hermosos e iluminados como el Santuario del Dragón o tan deprimentes y oscuros como el Desfiladero Negro son una clara muestra de que la calidad no siempre depende de unos gráficos perfectos.
El sonido es algo bastante secundario, ya que tenemos que estar tan pendientes de los enemigos y el escenario que nos dará bastante igual la música que suene (le he metido más de cien horas y no sabría ni decir si tiene música) aunque durante las batallas de jefes se agradecen las melodías épicas.

Dark Souls II no es un juego para todo el mundo, eso está bastante claro, pero aquellos para los que está hecho lo encontrarán muy divertido e interesante. Su sistema de juego, su historia y el reto que supone completarlo al cien por cien lo convierten en un videojuego inolvidable.
Eso sí, debe jugarse con tranquilidad y sin ponerse nervioso, por aquello de que tirar la consola por la ventana puede salir caro.

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