Toda gran obra tiene su (gran) secuela y las legendarias Secret Wars no podían ser menos, sobretodo porque triunfaron en la época en que se empezó a popularizar eso de sacar segundas partes a todo. Después de revolucionar el medio con el considerado primer gran crossover del cómic americano de superhéroes, Marvel decidió hacer una segunda parte utilizando todo lo aprendido tanto en su propia obra como aquellos conceptos que aplicó la competencia en su propio crossover, ya que la Crisis en Tierras Infinitas demostró que, si bien Marvel seguía siendo el pez gordo, DC era capaz de aplicar perfectamente madurez y profundidad a las historias que desarrollaba.
Una de las cosas que más fallaba en Secret Wars era el hecho de sacar a los personajes de sus series para transportarlos a un lugar y ambiente totalmente desconocidos para librar unas batallas que no se verían en las publicaciones de cada uno más que por algunos héroes muy concretos. Esto rompía el ritmo y dejaba demasiado a la vista el hecho de que el crossover había sido realizado con cierta prisa, mientras que las Crisis de DC estaban sincronizadas perfectamente con las series de cada participante. Tal defecto fue lo primero que solucionaron en Marvel y se convirtió en una característica que aplicarían más tarde en todos los eventos importantes: Casi todo sucedería o tendría cabida de algún modo en la series individuales de cada participante.
Los superhéroes marvelitas ya no se movían de sitio, sino que el evento iba a ir a por ellos en forma de un Todopoderoso con enorme y peligrosa curiosidad por el mundo humano después de ver actuar a todos esos hombres en mallas durante la confrontación que él mismo organizó. A veces era descarado, con el ser de nombre grandilocuente colándose de lleno en la trama, y otras veces era muy sutil y simplemente se intuía su influencia en las últimas páginas de un capítulo, pero todo era parte de Secret Wars II. Obviamente, ser un evento cuyas partes estaban distribuidas en todas las publicaciones de esos años (lo que implicaba muchos números sueltos y a veces un poco fuera de contexto) lo convirtió en una lectura realmente complicada en años posteriores, pero Panini puso a la venta hace un tiempo la edición completa de este crossover con todos los capítulos e incluso algún extra incluidos en dos grandes volúmenes titulados ¿Quién es el Todopoderoso? y Círculo Cerrado. Con casi 800 páginas el primero y algo más de 600 el segundo, esta edición de dos tomos es la forma perfecta para disfrutar de las Secret Wars II.
Una de las cosas que más fallaba en Secret Wars era el hecho de sacar a los personajes de sus series para transportarlos a un lugar y ambiente totalmente desconocidos para librar unas batallas que no se verían en las publicaciones de cada uno más que por algunos héroes muy concretos. Esto rompía el ritmo y dejaba demasiado a la vista el hecho de que el crossover había sido realizado con cierta prisa, mientras que las Crisis de DC estaban sincronizadas perfectamente con las series de cada participante. Tal defecto fue lo primero que solucionaron en Marvel y se convirtió en una característica que aplicarían más tarde en todos los eventos importantes: Casi todo sucedería o tendría cabida de algún modo en la series individuales de cada participante.
Los superhéroes marvelitas ya no se movían de sitio, sino que el evento iba a ir a por ellos en forma de un Todopoderoso con enorme y peligrosa curiosidad por el mundo humano después de ver actuar a todos esos hombres en mallas durante la confrontación que él mismo organizó. A veces era descarado, con el ser de nombre grandilocuente colándose de lleno en la trama, y otras veces era muy sutil y simplemente se intuía su influencia en las últimas páginas de un capítulo, pero todo era parte de Secret Wars II. Obviamente, ser un evento cuyas partes estaban distribuidas en todas las publicaciones de esos años (lo que implicaba muchos números sueltos y a veces un poco fuera de contexto) lo convirtió en una lectura realmente complicada en años posteriores, pero Panini puso a la venta hace un tiempo la edición completa de este crossover con todos los capítulos e incluso algún extra incluidos en dos grandes volúmenes titulados ¿Quién es el Todopoderoso? y Círculo Cerrado. Con casi 800 páginas el primero y algo más de 600 el segundo, esta edición de dos tomos es la forma perfecta para disfrutar de las Secret Wars II.
El evento comienza con uno de los hombres más poderosos del Universo tal y como descubrimos en la primera parte, Owen Reece (a veces conocido como Hombre Molécula), que servirá de nexo entre algunas de las historias principales del crossover y tendrá un papel fundamental en su resolución. Un día y sin previo aviso aparece en su casa un ser con apariencia excéntrica y poder incalculable que dice desear entender a la humanidad. Este ser es el Todopoderoso (Beyonder en el original), el ente antiguamente invisible que organizó la contienda que tiempo atrás enfrentó a todos los grandes héroes y villanos en un planeta lejano. Tras cruzarse con la Patrulla X y el Capitán América, que habían acudido alertados por su energía, el omnipotente decide seguir en secreto al héroe abanderado e ir colándose en diferentes series para entender el dolor, amor o tristeza a partir de las experiencias de los pilares de la editorial. En ocasiones aparece durante una o dos viñetas, pero conforme vaya tomando aspecto propio y cierta personalidad (su adquisición de humanidad es la clave de la historia) influirá de forma directa en muchas tramas que ya estaban ahí antes de llegar él, así como ganarse una especie de serie con algunos capítulos un poco más independientes de las otras cabeceras, que desembocará en el final más sorprendente y extraño que he visto nunca en un cómic.
En concreto, las series por las que se paseará varias veces el Todopoderoso y en las que adquirirá sentimientos y ambiciones humanas son (sin contar la cabecera principal del evento): Los Nuevos Mutantes (con el poder demoníaco de Illyana, la hermana de Coloso, como principal hilo conductor), Capitán América, Iron Man, La Patrulla X, Spiderman (en unas tramas que ya había leído con anterioridad y considero lo mejorcito de Secret Wars II), Daredevil, Hulk, Los Vengadores, Dazzler (tremendamente importante el papel de la joven mutante), La Cosa, Doctor Extraño, Los 4 Fantasticos (con Hulka en vez de La Cosa, como resultado de las primeras Secret Wars), Daga y Puñal, Power Pack, Thor, Puño de Hierro y Power Man (recordemos que lo de usar su nombre real, Luke Cage, tardó unos años) y una pequeña historia posterior de Quasar. No es estrictamente necesario ser fan de todas esas series ni conocer a fondo a sus personajes, aunque saber de antemano al menos quiénes son impide que uno se pierda entre unos capítulos cuya relación a veces es muy sutil. Yo ya sabía de la mayoría de ellos gracias a mis lecturas de Spiderman (el superhéroe más sociable que existe) y aquellos de los que ni conocía su existencia (Quasar y Power Pack) no me han resultado complicados de entender ni han hecho que me despiste.
Esta edición nos trae como extras finales un par de cientos de páginas interesantes. Primero, un capitulo especial de Deadpool bastante raro, y después de eso los seis números de Beyond!, una serie que si no me equivoco nunca llegó a publicarse en nuestro territorio y que cuenta una especie de ciclo de Mundos de Batalla desde la perspectiva de personajes tan inesperados como Gravedad, Veneno (Eddie Brock no, el otro), El Encapuchado, La Avispa, Medusa, Ave de Fuego, Spiderman y Henry Pym. Es una historia curiosa y con un dibujo que hace muy amena la lectura, aunque no estoy seguro de si entraría en la continuidad válida del Universo Marvel (tampoco parece que esa sea su intención). Para terminar se incluye una serie de páginas dibujadas y guionizadas por diferentes artistas que concluyen con una pequeña broma con toda probabilidad muy ingeniosa en su momento. Un surtido de extras aceptable y que se agradece si tenemos en cuenta que ya de por sí la obra principal ocupa más de un millar de páginas entre los dos volúmenes y no hacía falta regalarnos más.
Si con Secret Wars asistimos al nacimiento de los grandes eventos del cómic americano, en Secret Wars II presenciamos su evolución a una forma de abordar estos crossovers que se ha ido transmitiendo y mejorando durante los treinta años posteriores a la publicación de la obra que nos ocupa. El héroe no va al evento, sino que el evento va al héroe alterando sus historias y experiencias para formar parte de una continuidad accesible, creíble y con trascendencia. Si bien el simbionte de Spiderman o el cambio de miembros en los 4F fue algo muy importante que nos dejó Secret Wars (el simbionte sigue estando presente a día de hoy) no dejaban de ser cosas ocurridas en otro planeta, en otra historia. Esta secuela pretendía cambiar eso y hacer que las cabeceras no vivieran solamente las consecuencias, sino todo el evento entero desde su propia perspectiva. El resultado, obviamente, fue excelente.
En concreto, las series por las que se paseará varias veces el Todopoderoso y en las que adquirirá sentimientos y ambiciones humanas son (sin contar la cabecera principal del evento): Los Nuevos Mutantes (con el poder demoníaco de Illyana, la hermana de Coloso, como principal hilo conductor), Capitán América, Iron Man, La Patrulla X, Spiderman (en unas tramas que ya había leído con anterioridad y considero lo mejorcito de Secret Wars II), Daredevil, Hulk, Los Vengadores, Dazzler (tremendamente importante el papel de la joven mutante), La Cosa, Doctor Extraño, Los 4 Fantasticos (con Hulka en vez de La Cosa, como resultado de las primeras Secret Wars), Daga y Puñal, Power Pack, Thor, Puño de Hierro y Power Man (recordemos que lo de usar su nombre real, Luke Cage, tardó unos años) y una pequeña historia posterior de Quasar. No es estrictamente necesario ser fan de todas esas series ni conocer a fondo a sus personajes, aunque saber de antemano al menos quiénes son impide que uno se pierda entre unos capítulos cuya relación a veces es muy sutil. Yo ya sabía de la mayoría de ellos gracias a mis lecturas de Spiderman (el superhéroe más sociable que existe) y aquellos de los que ni conocía su existencia (Quasar y Power Pack) no me han resultado complicados de entender ni han hecho que me despiste.
Esta edición nos trae como extras finales un par de cientos de páginas interesantes. Primero, un capitulo especial de Deadpool bastante raro, y después de eso los seis números de Beyond!, una serie que si no me equivoco nunca llegó a publicarse en nuestro territorio y que cuenta una especie de ciclo de Mundos de Batalla desde la perspectiva de personajes tan inesperados como Gravedad, Veneno (Eddie Brock no, el otro), El Encapuchado, La Avispa, Medusa, Ave de Fuego, Spiderman y Henry Pym. Es una historia curiosa y con un dibujo que hace muy amena la lectura, aunque no estoy seguro de si entraría en la continuidad válida del Universo Marvel (tampoco parece que esa sea su intención). Para terminar se incluye una serie de páginas dibujadas y guionizadas por diferentes artistas que concluyen con una pequeña broma con toda probabilidad muy ingeniosa en su momento. Un surtido de extras aceptable y que se agradece si tenemos en cuenta que ya de por sí la obra principal ocupa más de un millar de páginas entre los dos volúmenes y no hacía falta regalarnos más.
Si con Secret Wars asistimos al nacimiento de los grandes eventos del cómic americano, en Secret Wars II presenciamos su evolución a una forma de abordar estos crossovers que se ha ido transmitiendo y mejorando durante los treinta años posteriores a la publicación de la obra que nos ocupa. El héroe no va al evento, sino que el evento va al héroe alterando sus historias y experiencias para formar parte de una continuidad accesible, creíble y con trascendencia. Si bien el simbionte de Spiderman o el cambio de miembros en los 4F fue algo muy importante que nos dejó Secret Wars (el simbionte sigue estando presente a día de hoy) no dejaban de ser cosas ocurridas en otro planeta, en otra historia. Esta secuela pretendía cambiar eso y hacer que las cabeceras no vivieran solamente las consecuencias, sino todo el evento entero desde su propia perspectiva. El resultado, obviamente, fue excelente.
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