Para muchos aficionados al mundo de los videojuegos el año 2017 significa recibir juegos muy famosos por su exclusividad, esperar anuncios de sagas importantes e incluso la llegada de nuevas consolas. Para mí, sin embargo, este nuevo año era importante por el estreno de un título que me lleva interesando desde hace mucho tiempo y cuya confirmación para nuestro continente me hizo olvidarme de cualquier otro videojuego. Yo formé parte de ese grupo de niños que disfrutaron enormemente con el Digimon World de la primera PlayStation hace casi dieciséis años, hasta el punto de que el avance tecnológico y el desarrollo de muchísimos juegos nuevos no lograba evitar mi deseo de ver otra vez un título con esa temática y jugabilidad. La exigente crianza de tu propio monstruo digital, el desarrollo de la ciudad principal y una trama que, al no tener nada que ver con el anime (pues el juego está basado en los productos originales de Digimon) proporcionaba la perspectiva adecuada sobre el Digimundo. Lo más curioso de aquel juego es que nadie que lo haya jugado ha sido capaz de olvidarlo, ya fuese en el buen sentido (jugadores que disfrutábamos muchisimo con la crianza, el reclutamiento y la dificultad) o en el malo ("ese en el que el monstruo se hacía caca"). Posiblemente el único mal recuerdo que tengo es que en nuestro territorio era imposible finalizar la historia debido a ciertos fallos que muchos desconocíamos como tales y pensábamos que simplemente nos faltaba algo por hacer.
Ahora, tantísimos años después, por fin podemos disfrutar de una secuela de aquel videojuego inolvidable: Digimon World: Next Order.