Es el fin, los Souls se despiden (supuestamente) con una tercera y última entrega de la saga principal que pretende llevarnos de nuevo a los excepcionales mundos creados por From Software para disfrutar como nunca de más muerte, más retos y una historia llena de misterios por resolver.
Todas las características que han hecho grande a la franquicia se unen como nunca para intentar darnos no solo la entrega final, sino la entrega definitiva. Demon's Souls, Dark Souls, Dark Souls 2 y Bloodborne sirven de inspiración (y alguno de ellos de mucho más) tanto en escenarios como en mecánicas jugables para dar forma a un título que no decepciona a los puristas y es atractivo para los que no se han iniciado aún en las desafiantes obras de From.
Debido a la potente carga argumental que tienen los escenarios, muchos enemigos y algunos equipamientos he considerado que es mejor usar capturas únicamente de las primeras zonas y enseñando unos pocos paisajes.
Tampoco entraré en detalles sobre el argumento, ya que la estructura narrativa del título hace que el más mínimo detalle pueda acabar siendo un spoiler, sobretodo para los más aficionados al lore de Dark Souls. Me limitaré a decir que, en mi opinión, From Software se ha superado y los amantes del lore van a quedar muy satisfechos.
Lothric es el lugar que Dark Souls 3 pone ante nosotros para hacer valer nuestra paciencia, habilidad y coraje. Nuestro destino es similar al de otros Souls, y no faltarán los poderosos señores relacionados de una u otra forma con las almas y el fuego a los que tendremos que derrotar para avanzar en nuestra misión, queramos o no.
Serán alrededor de una veintena de zonas y bosses distintos lo que nos separará del gran final una vez hayamos creado a nuestro personaje con el editor típico de la saga, que esta vez permite aplicar unos rasgos faciales que me han recordado mucho al Bloodborne. Aunque son muchas más cosas las que DS3 ha aprendido de la última creación de From Software, al igual que de su predecesores, y todo para bien.
Las zonas que visitaremos, divididas por nuestras queridas hogueras (las cuales también marcan ciertas subzonas dentro de un mismo lugar) son preciosas, con unos decorados increíbles que fomentan una ambientación buenísima (marca de la casa) y con una estructura muy trabajada, poniendo a nuestra disposición atajos, caminos secretos, muros ilusorios que conducen a grandes tesoros y algún que otro salto de fe.
Son todas enormes y algunas totalmente opcionales, por lo que da una sensación bastante buena de exploración.
Si bien hay una abundancia de hogueras en las que descansar y realizar viajes, no se rompe el ritmo que debe tener el juego, ya que todas ellas están situadas de forma inteligente (tras superar una zona llena de enemigos, un boss, encontrar una subzona nueva...) y en más de una ocasión las echaremos de menos.
La dificultad es algo complicado de valorar, ya que la experiencia es muy diferente para alguien nuevo que para los que venimos de jugar a los anteriores (aunque alguien nuevo también se perderá lo mejor de la historia). Hay una curva de dificultad bastante más marcada de lo que nos esperábamos, pues las primeras zonas son realmente sencillas para los aficionados habituales (sencilla implica que morirás una docena de veces en vez de veinte), pero en las últimas es posible que tengamos que poner bastante más esfuerzo y tengamos unas cuantas muertes tontas o inesperadas.
Los bosses de Dark Souls 3 son, en su mayoría, alucinantes en diseño y movimientos, con cambios de estilo combativo e incluso aspecto en mitad de la batalla (lo que parece sacado directamente de Bloodborne), y no decepcionan en cuanto a su participación en el lore de la saga.
Cabe destacar, por llamarlo de alguna manera, a un par de ellos totalmente opcionales que nos harán sentir esa emoción y desafío que lograron los más grandes de Dark Souls 1 y los añadidos mediante descargables del 2.
En cuanto a las armas y armaduras tenemos lo mismo de siempre en Dark Souls (algo que no me parece mal), con algunos añadidos como armas diseñadas exclusivamente para el Dual Wield, es decir, llevar una en cada mano prescindiendo totalmente del escudo como ya se empezaba a popularizar en Dark Souls 2, o aumentar un poco el gasto de resistencia que supone encajar golpes, creando así una jugabilidad más rápida y dinámica que no nos deja estar quietos.
Las armaduras ya no se pueden mejorar, pero esto es un punto a favor que elimina la dependencia a ciertas protecciones únicamente porque habíamos dedicado muchas almas a mejorarlas y no queríamos sentir que era una inversión desperdiciada. Tendremos un surtido nada despreciable de nuevas corazas y ropajes, así como los clásicos del resto de entregas de la trilogía principal.
Visualmente, el juego sigue la estela de la saga, con más calidad en el diseño de la que tiene en potencia gráfica, siendo un videojuego que no llega a estar en la cima de la generación, pero tampoco se siente desfasado. Al menos se nota mayor fluidez que en los anteriores, y no volveremos a vivir un momento "Ciudad Infestada" pese a lo cargados que están algunos escenarios.
Por otra parte, la banda sonora es una delicia, con unos temas en las batallas contra bosses que dan aún más emoción a la pelea. No suelo fijarme mucho en las melodías cuando un juego requiere de tanta atención a la jugabilidad, pero Dark Souls 3 ha logrado atraparme en ese sentido.
Como gran fan de la saga y jugador bastante crítico con los detalles, son pocas las cosas que puedo achacarle a esta entrega, al menos en cuanto a nuevos fallos o ausencias.
Lo que sí me molesta es que intuyo unos contenidos descargables de pago con aclaraciones importantes en cuanto al argumento y la participación de viejos conocidos, lo cual es una forma de "obligar" a muchos aficionados a pasar de nuevo por caja.
De todas formas, Dark Souls 3 es un juego digno de su nombre, de su compañía y de los muchos jugadores que han estado esperando vivir de nuevo aventuras en estos mundos de oscuridad y peligro.
Como siempre, de lo mejorcito de su generación.
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