Intentar hablar de Digimon sirve, por lo general, para hacer que muchos jóvenes recuerden con cariño la época en que vieron la primera temporada, unos recuerdos que yo también guardo. Esos días en los que era casi instintivo llegar del colegio y poner La 2 (si no me falla la memoria) justo después de comer, que en mi caso solía ser un desafío a la puntualidad ya que los capítulos terminaban unos diez minutos antes de empezar las clases. Esa fue la primera toma de contacto que tuvimos muchísimos niños con Digimon Adventure, la primera de varias series de televisión basadas en estos monstruos digitales.
La mayoría, aunque no todos, también disfrutamos con la segunda parte, Digimon Adventure 02, que gustó bastante pero no despertó tanto interés como para que la franquicia ganase muchos seguidores nuevos.
Llegaron más series, pero aquellos niños que tanto habían disfrutado con la primera empezaron a perder el interés. Digimon se acabó convirtiendo en una serie de televisión para niños o chavales muy concretos. No alcanzó una gran fama en nuestro territorio y eso ha acabado provocando que, de forma justificada, muy pocos conozcan la complejidad que hay detrás de todas las obras de la franquicia.
La mayoría, aunque no todos, también disfrutamos con la segunda parte, Digimon Adventure 02, que gustó bastante pero no despertó tanto interés como para que la franquicia ganase muchos seguidores nuevos.
Llegaron más series, pero aquellos niños que tanto habían disfrutado con la primera empezaron a perder el interés. Digimon se acabó convirtiendo en una serie de televisión para niños o chavales muy concretos. No alcanzó una gran fama en nuestro territorio y eso ha acabado provocando que, de forma justificada, muy pocos conozcan la complejidad que hay detrás de todas las obras de la franquicia.