En 2004, varios empleados descontentos de LucasArts fundaron su propia empresa de videojuegos, a la que bautizaron como Telltale Games. Varios de estos empleados habían sido los responsables de algunas de las mejores aventuras gráficas de la historia de los videojuegos, como Grim Fandango o el casi obligado Monkey Island, y su intención era seguir por ese camino.
Aunque Telltale ha creado varios juegos, su gran salto a la fama llegó con The Walking Dead, una aventura gráfica basada en los famosos cómics del mismo nombre donde la toma de decisiones y la relatividad moral eran las estrellas.
Gracias a ese juego, los pocos que aún no se habían percatado de la existencia de la compañía empezaron a sentir curiosidad, incluso los no aficionados al género de las aventuras gráficas. Yo era uno de los que se sentía tentado a seguir la trayectoria de esta empresa, pero con The Walking Dead aún no me habían ganado por completo y dudaba de su habilidad para el género. Por suerte, me animé a probar otro de sus videojuegos, que también había cosechado excelentes criticas, y desde entonces, Telltale Games se ha ganado todo mi interés.