Mi afición al manga se consolidó cuando empecé a comprar los tomos de Naruto, escritos y dibujados por Masashi Kishimoto, hace ya bastantes años. Eran los primeros tomos que compraba de este género e iba siempre a por ellos con mucha ilusión, incluso recuerdo un día que compré bastantes de golpe después de ahorrar un poco y dejé la balda de la tienda dedicada a Naruto medio vacía. Por eso me está sentando tan mal la insoportable decadencia que esta sufriendo uno de los mangas más exitosos de los últimos años y que, irónicamente, sigue ganando más y más seguidores.
En realidad es algo que lleva ocurriendo desde hace muchos capítulos/años, pero siempre había albergado la esperanza de que fuese una mala racha y que en cualquier momento Naruto volvería a ser el manga que me convirtió en todo un amante de esta afición.
Ahora, con la historia prácticamente terminada y mis esperanzas pisoteadas, no puedo evitar hacer una mueca de desagrado cada vez que alguien menciona al chaval rubio y tontorrón que quería ser ninja.
Que quede claro, no dejaré de seguir Naruto, ya que sigue siendo una gran serie y probablemente disfrute más o menos con su (demasiado largo) desenlace, pero si comparamos como era Naruto al principio y como es ahora tengo que hacer un gran esfuerzo para no explayarme en improperios.
Empecemos por el principio, es decir, respondiendo a la pregunta ¿Cuándo pasó Naruto de ser un gran manga a ser un manga poco más que mediocre?. Muy fácil, todo se fue al garete en el momento en que Kishimoto decidió utilizar el recurso más viejo en el mundo del manga, esto es, el salto temporal, en un momento innecesario y con unas consecuencias malísimas.
El paso del personaje de Naruto desde un niño idiota y marginado a un niño idiota y menos marginado fue lo mejor que le ha pasado a la serie. Durante el examen de chunnin se le empezó a dar importancia a otros personajes de la Aldea Oculta de la Hoja, dándoles unas presentaciones tan buenas que dejaban a los protas del manga a la altura del barro. Y justo cuando descubríamos los grandes personajes que tenía la serie...nos los quitan.
Mientras Naruto ganaba con pedos, Sasuke se flipaba en colores con su "fuerza de voluntad" y su talento y Sakura sufría el destino de ser una mujer en un manga sobradamente masculino (curiosamente, es un manga que apenas sexualiza a las mujeres), Kishimoto nos metía a un chaval con cara de pasota cuyo coeficiente intelectual dejaba como un paleto a Stephen Hawking, un borde de ojos blancos que te rompe con darte una palmadita y a un tío tan rápido y fuerte que la primera vez que le vimos luchar cambió nuestro concepto de combate cuerpo a cuerpo.
Vamos a obviar las sagas metidas con calzador como esa en la que Naruto se va de viaje con Jiraiya para buscar a la Quinta Hokage (aún a día de hoy no entiendo esa parte) y pongámonos en la última saga antes del salto temporal: El Rescate de Sasuke o La Hoja contra El Sonido.
Esta saga es seguramente el único momento en el que a esa relación tan "curiosa" entre Naruto y su amado Sasuke se le saca partido. Un equipo formado por los novatos ninja más destacables debe enfrentarse a un grupo de enemigos muy, muy cabrones que saben dónde está Sasuke (que se ha ido voluntariamente, eso también hay que tenerlo en cuenta). La única forma de avanzar en la misión es entretener a estos villanos en duelos individuales en los que los buenos son, pese a toda su fuerza, principiantes y los malos tienen las manos más que manchadas de sangre.
Sin duda alguna, El Rescate de Sasuke es lo más alto a lo que ha llegado Naruto y a la vez la demostración de que los personajes principales de la obra son bastante planos. ¿Cómo se resuelve la saga? Con el esperado combate entre Naruto y Sasuke. ¿Cuál es el peor combate de la saga? El de Naruto y Sasuke. Por muchos sentimientos que pongan entre ambos no podrán superar a Choji poniendo en peligro su vida por defender el honor de su amigo, a Kiba haciéndose el harakiri para matar al asesino que intenta matarlo desde dentro o a Neji siendo atravesado por flechas.
Y de pronto, justo cuando todos los lectores estábamos chorreando baba por nuestra boca inevitablemente abierta ¡Bam! Salto temporal de dos años en los que fNaruto aprende a ocultar lo simple que es y a hacer un poco más vistosas sus técnicas (¿Dos años entrenando con uno de los mejores Ninjas del mundo para que tu bolita de energía sea algo más grande?) y esos personajes tan buenos pasan a tener unos diseños horriblemente simples y unas apariciones ocasionales y poco convincentes.
Si, la historia y la estructura del manga pedía un salto temporal, pero es que esto fue un salto al vacío.
La pelea entre Sasuke e Itachi fue un pequeño rayo de esperanza, pero se desvaneció al tomo siguiente
Lo que siguió fue una sucesión de combates malos, argumentos que habrían quedado mucho mejor en la anterior línea temporal y varios intentos de rescatar personajes secundarios (esa saga en la que Shikamaru pierde a su maestro se aprovecha tan poco que parece de relleno) hasta que por fin llegamos a la saga final. Una saga el triple de larga que las demás, una saga que se basa en una idea llevada de la peor manera posible y una saga que tiene el nombre más contradictorio: La Cuarta Gran Guerra Ninja.
Aquí es donde Naruto se fue al traste de forma más que definitiva, primero porque se cargó el concepto de Ninja, y segundo por hacer lo mismo con el concepto de guerra.
En una guerra la gente muere, en una guerra larga y sangrienta entre cien mil tipos que se han pasado la vida aprendiendo diferentes formas de asesinato la gente muere. Puedo contar con una mano cuantos personajes mínimamente relevantes mueren y aún me sobrarían la mitad de los dedos. No me puedo creer la seriedad con la que se toman los personajes la guerra si los únicos que se llevan disgustos son los extras que salen a veces en el fondo de las viñetas. Y menos aún puede solucionarse matando mal a los que importan, porque ese momento de Neji a lo "voy a imitar a One Piece y hacer el Ace" en el que de pronto todos se motivan entierra definitivamente las posibilidades de tomarnos en serio esta guerra.
Lo de cargarse el concepto de Ninja era algo que se veía venir y todos éramos bastante conscientes de ello. No nos molestaba porque, seamos sinceros, nos daba igual siempre que las peleas fuesen entretenidas, pero poco a poco a Masashi se le fue escapando de las manos hasta que Naruto acabó convertido en algo parecido a Dragon Ball hecho por alguien que no conoce tan bien Dragon Ball.
Durante los primeros tomos nos cuentan la importancia del sigilo, nos dicen que la tarea principal de un ninja es pasar desapercibido y, pese a las "magias" de las que hacen gala los personajes, siempre hay un hueco para esa desaparición rápida o esa puñalada por la espalda. Luego aparece Madara y nos recuerda que llevamos varios cientos de capítulos sin ver Ninjas de verdad.
Seamos sinceros, Madara Uchiha es uno de los mejores personajes que ha creado Kishimoto en cuanto a diseño y personalidad, pero que no me saquen a un tío que participó en la fundación de la primera Aldea Ninja hace un porrón de años lanzando METEORITOS. Se nos quería hacer creer que tanta técnica destructiva y vistosa era algo que se había ido asentando durante el transcurso de la historia actual, pero luego te sacan a uno de los más antiguos y famosos ninjas lanzando invocaciones de Final Fantasy y haciendo que al menos los diez primeros tomos de Naruto no tengan ninguna coherencia.
No niego que las peleas ahora sean mucho más "chulas", pero no es el Naruto que nos habían prometido.
Desde mi punto de vista considero que la razón de tanta "decadencia" es que Kishimoto ha acabado por rendirse antes de tiempo y ha enfocado su obra en las personas menos exigentes y con un criterio menos "abierto". Deja de lado las luchas de inteligencia, sigilo y cambiazos (la Técnica del Cambiazo es, supuestamente, una de las más importantes y la usa un único personaje en contadas ocasiones) para centrarse en peleas bombásticas, con habilidades impresionantes y personajes que después de horas y horas dándose golpes presentan heridas inusualmente leves. Dragon Ball fue y será siempre un manga de leyenda, pero fue un caso excepcional que salió adelante usando conceptos muy simples y poco trabajados. Masashi Kishimoto no es Akira Toriyama.
La mejor forma de saber si un manga es bueno o malo es viendo su anime. Si la adaptación televisiva es mejor que la obra original es que ésta no cumple con sus propias expectativas, y el anime de Naruto es, en los capítulos actuales y siguiendo los estándares de anime, una auténtica delicia.
Es un buen manga, y tiene el éxito más que merecido, pero ha perdido toda su profundidad y esa personalidad propia que tenía en los primeros tomos. Es un manga diseñado para un público que quería un aumento exponencial en la profundidad y diseño de personajes que ha acabado convirtiéndose en una manga para el público fácil. El problema radica en que este choque de planteamientos es demasiado descarado.
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