La famosa saga de Bioware (bueno, una de ellas), llega a su aparente fin con una tercera entrega que se esfuerza por alcanzar un nivel aún mayor al de sus predecesoras. Puede que en ciertos aspectos este logro sea discutible, pero es innegable que Inquisition es un videojuego de primerísima calidad y uno de los mejores RPG de los últimos años (y de la historia, si los clásicos casi olvidados me lo permiten).
Con esta tercera parte de Dragon Age queda bien claro que el género del rol no deja de evolucionar y que, tarde o temprano, siempre nos da lo que pedimos.